Un antiguo amor.


La historia del comienzo de la relación entre el hombre y el gato sigue siendo algo desconocido en la actualidad. Aún no comprendemos exactamente cómo comenzó, dónde exactamente y cuándo. Hay muchas hipótesis y hasta ahora se cree que la proximidad con el hombre ha ocurrido alrededor de 4000 aC en Egipto.

Pero de lo que queremos hablar en este artículo es el descubrimiento de la existencia de una relación aún más antigua entre el hombre y el gato: una historia de amor muy antigua, fechada hace 9000 años.


Estamos en Chipre, en una necrópolis está enterrado un joven (unos 30 años) con su amado gato (alrededor de 8 meses). Uno al lado del otro. La razón de la muerte del gato es desconocida porque sus huesos están increíblemente intactos. Tal vez murieron juntos ¿Tal vez alguien quería acompañar a este hombre de su amado gato en la otra vida? Todo esto sigue siendo un misterio por ahora, pero lo que está claro es que esta es la primera evidencia arqueológica de que la relación entre el hombre y el gato realmente data de hace mucho tiempo, incluso antes de que se creyera.


Este entierro común sugiere que el gato era especial para este hombre.

El gato logra establecer una relación con el ser humano muy profunda, intensa y duradera.

El gato elige a una persona en particular de la familia y establece un vínculo tan profundo que a veces se considera espiritual, algo que une al gato y al cohabitado humano en una relación que va más allá de lo que podría esperarse humanamente.


Su código genético aún hoy nos revela que los gatos son solo parcialmente domesticados.

Incluso podría regresar fácilmente a su vida salvaje y, sin embargo, elige compartir este viaje de la vida con nosotros. El gato es un animal solitario y territorial y sin embargo busca nuestra presencia y le encanta dormir junto a nosotros, seguirnos por la casa, sentarse de rodillas y sufrir por nuestra falta y poca atención hacia él.



Una buena convivencia humano-gato requiere una relación correcta basada en el pleno reconocimiento de las respectivas diferencias.

El gato es un individuo y tiene una identidad ética específica que nos permite establecer una relación con la persona humana que no se basa en el concepto de igualdad, sino en el de la diversidad.



Abrazos y comida no son suficientes. Debemos conocerlo, conocer la forma en que se comunica con nosotros, conocer sus necesidades y permitirle vivir una vida que le permita expresar su naturaleza sin dejar de ser nuestro valioso amigo.

El gato no es un perro y no es un hombre.

Aprecio y realzo su naturaleza.